En 20 minutos llegamos a Comillas por la carretera CA-131 que bordea la costa desde Santillana del Mar. Era la hora de comer y buscamos un restaurante entre los muchos que hay en el centro de Comillas. Se nos acercaron varias señoritas con publicidad de lugares para comer y eso me mosqueó bastante, no le hicimos caso, por experiencia sabemos que la competencia no casa con la calidad en la mayoría de los casos. Finalmente nos decidimos por un restaurante y nos sentamos en la terraza. Pedimos un arroz marinero y pescado a la plancha (estando en el norte hay que aprovechar), y para beber, cerveza que con el calor teníamos sed. La primera cerveza entró de un tirón con unas olivas. Al llegar el arroz, no me entró por los ojos y cuando lo probé, menos. Seco y esaborío (sin sabor). El pescado tenía un pase pero no para tirar cohetes, de postre me comí un trozo de quesada pasiega. REGULAR. Cuando nos fuimos me quedé con el nombre del restaurante para no volver. La relación calidad-precio fue una clavada en toda regla.
Tanto al entrar, como al salir de Comillas, se pasa junto a sus playas y su puerto. Las playas estaban con muchos bañistas (pocos metidos en el agua) y el ambiente era muy bueno. Paramos un rato y tomamos algunas imágenes de recuerdo.
Playa de los Papardos |
Monumento a la mujer pescadora, obra de José Antonio Barquín |
En Comillas, llaman a los veraneantes «papardos», por un pez estacional que devora cuanto puede y luego desaparece.
Muchos catalanes entre los papardos de Comillas, gracias a las
relaciones del marqués de Comillas con la ilustrada burguesía catalana, que
no sólo atrajeron al principio a un conjunto de familias de abolengo que
aún siguen viniendo al pueblo, sino que lograron que fuera en Comillas donde Gaudí construyera El Capricho, una de sus pocas obras fuera de Cataluña. Hoy día, gracias a los mejores medios de comunicación, el veraneante de Comillas es más diverso y hay mucha clase media vizcaína con casa propia.
Plaza de la Constitución |
Comillas fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1985, y es conocida con el apelativo “Villa de los Arzobispos” porque en los siglos XVII y XVIII nacieron cinco prelados que ocuparon importantes diócesis. Está llena de excelentes muestras de arquitectura modernista
del siglo XIX, especialmente de la escuela catalana. Palacios, casas
solariegas, bellos edificios, pequeñas plazas, parques y rincones
empedrados completan el paisaje de este precioso lugar.
En el centro del casco urbano de la villa de Comillas encontramos la Iglesia Parroquial de San Cristóbal (Siglo XVII). El origen de la iglesia nos remonta a una de las más bellas historias fijadas en la memoria de la villa. Corría el año 1617, cuando aconteció un percance en la misa del domingo, celebrada en la antigua parroquia (hoy cementerio). El conflicto, lo determinó el privilegio que el Duque del Infantado quería ejercer sobre uno de los asientos del templo. El pueblo, ofendido, acordó trasladar los oficios a la ermita de San Juan y construir una nueva iglesia en este mismo lugar, para lo cual
pondrían dinero, trabajo y unos cuantos años de sus vidas, ya que
pasaría casi un siglo hasta oficiar aquí la primera misa. La iglesia se empezó a construir en 1648 y en ella se venera al Cristo del Amparo, patrón de los pescadores, muy honrado por el pueblo.
El antiguo Ayuntamiento se levanta en el solar donde antaño se localizaba el hospital y la ermita de San Juan. Se construye en 1780, encargándose de la obra de cantería a Simón Fernández de Castro. Una vez levantado el edificio, siguió albergando en uno de sus laterales la ermita bajo la advocación de San Juan. Destacan en el edificio tres de sus fachadas, sostenidas por arcos de sillería, que dejaban el portal a disposición del pueblo y sobre los que se instalaron los escudos de los arzobispos nacidos en la villa. Sobre el tejado, una pequeña campana, testigo silencioso de los bullicios de los días de mercado.
La puerta de la Universidad Pontificia donde se une el ladrillo, la cerámica con reflejos metálicos y piedras labradas en el escudo, donde aparece la tiara y las llaves pontificias junto al anagrama jesuítico JHS (Jesús de los hombres salvador). Desde esta puerta accedemos a la Universidad Pontificia que fue fundada como seminario de pobres (posteriormente Universidad Pontificia) dirigido por los jesuitas, cuyo modelo docente triunfaba desde el SXVII.
Ayuntamiento antiguo |
Plaza y Fuente de los Tres Caños |
La puerta de la Universidad Pontificia donde se une el ladrillo, la cerámica con reflejos metálicos y piedras labradas en el escudo, donde aparece la tiara y las llaves pontificias junto al anagrama jesuítico JHS (Jesús de los hombres salvador). Desde esta puerta accedemos a la Universidad Pontificia que fue fundada como seminario de pobres (posteriormente Universidad Pontificia) dirigido por los jesuitas, cuyo modelo docente triunfaba desde el SXVII.
El palacio del Sobrellano comenzó a construirse en 1883 y se levanta con arreglo a los planos del arquitecto catalán Juan Martorell y Montells. Se trata de un edificio muy horizontal, con recuerdos de gótico internacional y gran armonía en sus líneas. Presenta una fachada con galerías abiertas y en su interior destacan la doble escalinata lateral, el salón principal es de doble altura y sus nueve chimeneas, que fueron diseñadas por Cristóbal Cascante. En la actualidad pertenece al gobierno de Cantabria y es utilizado como centro cultural.
Palacio del Sobrellano, abajo Isabel diciendo ¡VÁMONOS YA! |
VÍDEO interesante del Palacio del Sobrellano
El Monumento al Marqués de Comillas, homenaje del pueblo de Comillas a su gran benefactor, Antonio López y López, primer Marqués de Comillas, se asemeja a un barco en dique seco, quedando parte de su quilla en el vacío.
Monumento al Marqués de Comillas |
El Capricho de Gaudí, es como “un capricho” entre los árboles. Edificio realizado por Gaudí para Máximo Diaz de Quijano, concuñado del primer Marqués de Comillas. Es ésta una de las pocas obras que Gaudí construyera fuera de Cataluña, esa casa de Hansel y Gretel que es El Capricho,
cuya torre emerge como un periscopio entre la arboleda que comparte con
el palacio neogótico.
VÍDEO interesante de "El Capricho" de Gaudí
De vuelta, pasamos junto al campo de golf "Abba Comillas Golf" ¡cuánto hubiera disfrutado aquí mi amigo Isidro!, llegamos al hotel en Suances y tras un merecido descanso, vuelta a la carga porque se hacía tarde y la cena esperaba. Como la comida había sido un desastre, decidimos resarcir nuestra pena con algo agradable al estómago y probamos fortuna en Restaurante "La Solita". Habíamos observado días atrás que casi siempre estaba ocupado por matrimonios de mediana edad, algunos de ellos con hijos, y me daba la espina que íbamos a comer bien. ¡ACIERTO! De todos los visitados fue el mejor con diferencia, tanto en la atención como en la presentación y calidad. Nada más sentarnos fuimos atendidos enseguida. Pedimos una parrillada para cada uno (las presentan acompañadas de un cuenco con ensalada), y media botella de un crianza de Rioja, como le gusta a mi amigo Antonio C.
Una de las parrilladas y su ensalada |
Y llegaron las parrilladas. Cada "Parrillada del Mar", que así se llamaban, estaba compuesta por dos pescados a elegir con langostinos, maganos de guadañeta, navajas y quisquillón de aquí. Servidos con una góndola de ensalada.
De postre Negret de chocolate con helado de vainilla. Todo una pasada.
Las parrilladas 24 € cada una, el vino 10 € y lo demás de siempre, un total de 77,50 euros.
Vista del restaurante desde la calle |
Interior del restaurante |
... Y hoy no comimos helado, nos fuimos a una especie de "Chill out" en la terraza del restaurante Amita con música en vivo tranquila, para tomar una copa. Todos los días pasábamos por allí de regreso al hotel y nunca nos habíamos parado. Casi una hora oyendo musiquita buena. Por cierto, que cantaron Delilah y me acordé de mi amigo Antonio Higueras que lo hace mucho mejor.
Y otro día que se pasó. Antes de acostarnos a preparar la ruta del jueves: Santoña y Laredo. Un poco de whasapp y a la cama.
A. Redondo
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